Dolor pélvico: cuándo no es normal y qué puede estar causándolo
- Sandy Lobelo
- 9 oct
- 2 Min. de lectura

El dolor pélvico es más común de lo que pensamos, pero muchas mujeres lo normalizan o lo asocian solo con “molestias del ciclo menstrual”. Sin embargo, cuando ese dolor se vuelve frecuente, afecta tus actividades diarias o aparece en momentos como al caminar, sentarte, tener relaciones sexuales o al ir al baño, no es normal y puede ser una señal de que tu suelo pélvico necesita atención.
Hablar de este tema sin tabúes es fundamental, porque el dolor pélvico no debería formar parte de tu vida. Y la buena noticia es que tiene solución cuando se aborda desde la fisioterapia y un enfoque integral.
¿Por qué puede doler la pelvis?
El suelo pélvico está formado por músculos, ligamentos y tejidos que sostienen órganos importantes como la vejiga, el útero y el recto. Cuando esta zona se debilita, se tensa demasiado o sufre alteraciones por distintas causas, puede generar dolor, presión o sensación de pesadez.
Algunas causas comunes son:
Tensión muscular o contracturas El estrés, las malas posturas o incluso la ansiedad pueden generar contracciones involuntarias en los músculos del suelo pélvico, produciendo dolor similar a una “opresión” interna.
Debilidad muscular o hipotonía Después del embarazo, el parto o el sedentarismo, los músculos pélvicos pueden perder fuerza, afectando la estabilidad y generando molestias.
Cicatrices o adherencias Las cesáreas, episiotomías o cirugías abdominales pueden dejar tejidos más rígidos, lo que limita la movilidad y causa sensibilidad o tirantez.
Problemas articulares o posturales Una mala alineación de la pelvis o la espalda puede repercutir directamente en el equilibrio y función del suelo pélvico.
Disfunciones ginecológicas o digestivas Infecciones recurrentes, estreñimiento o endometriosis también pueden contribuir a la aparición de dolor pélvico crónico.
Señales de alerta:
Dolor o presión constante en la zona baja del abdomen o pelvis.
Molestia o dolor durante las relaciones sexuales.
Sensación de “bulto” o peso en la zona íntima.
Dificultad o dolor al orinar o evacuar.
Dolor lumbar que no mejora con estiramientos o reposo.
Ninguna de estas sensaciones es “normal”. Son señales de que tu cuerpo necesita atención y equilibrio.
La fisioterapia especializada ayuda a aliviar el dolor y recuperar el equilibrio, fortaleciendo, relajando y reeducando esta zona tan importante.

Consejos para cuidar tu suelo pélvico en casa
Mientras inicias o complementas tu tratamiento, puedes seguir estos hábitos:
Evita aguantar las ganas de orinar o evacuar. Esto aumenta la presión y la tensión en la pelvis.
Mantén una postura erguida y relajada. Una buena alineación corporal reduce la sobrecarga en los músculos pélvicos.
Incluye pausas activas si pasas mucho tiempo sentada. Camina, estírate y cambia de posición cada hora.
Practica respiración diafragmática. Inhala profundo y deja que tu abdomen se expanda: así relajas los músculos del suelo pélvico.
No te automediques. El alivio temporal no resuelve la causa del dolor. Busca valoración profesional.
El dolor pélvico no es algo con lo que debas “aprender a convivir”.
Es una señal del cuerpo que merece atención, comprensión y tratamiento adecuado.
Con fisioterapia especializada, movimiento consciente y acompañamiento profesional, es posible recuperar el bienestar, la confianza y la libertad de moverte sin dolor.



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